Imagina la siguiente escena: te levantas de la silla en la que has estado sentado durante al menos cuatro horas. Cruzas el pasillo, preparas la cápsula de café, diriges la mirada a la ventana más cercana y te distraes por completo. A partir de ese momento y de golpe, miles de pensamientos de asuntos pendientes nos atacan e invaden a la vez.
Acostumbrados a la velocidad y a los estímulos constantes, especialmente los mediados por las pantallas, nuestra sociedad ya ganó de todo menos títulos elegantes. Desde la sociedad del cansancio hasta la cultura de la productividad, pasando por el exceso de positividad hasta el elogio del agotamiento.
La literatura es amplia, pero el filósofo surcoreano Byung-Chul Han fue quien ahondó en el tema para construir el siguiente argumento: estamos acostumbrados a ser siempre productivos y tenemos la ilusión de que todas las metas deben ser siempre alcanzables.
¿El resultado de todo esto? No hemos aprendido a no hacer nada. O peor aún, nos culpamos por necesitar tiempo libre, desvinculados de cualquier idea de actividad productiva. Construimos un bastión bajo la cultura del “workaholic siempre conectado”, en la que prevalece el mito de la excesiva presión y el cansancio como estrategia para un mejor desempeño.
La gente no puede entender que merece descansar, ya sea por la interiorización de tales demandas, o incluso por los estándares de salud mental, en los que la persona no puede apagarse.
Cuando el descanso está lejos de la mera procrastinación
De ahí la importancia de construir estrategias que sean significativas para que cada persona se involucre. No se trata solo de pausar el trabajo; esto no indica que vas a dejar ir la preocupación. Es realmente tomar distancia y cambiar el foco de atención.
Las investigaciones ya han demostrado que los pequeños descansos en la vida cotidiana, especialmente para los profesionales que trabajan frente a las pantallas, son muy importantes para mejorar el rendimiento y la salud mental.
Según los datos estudiados, un mejor desempeño no es reflejo de una cultura de exigencia exhaustiva, sino de un contexto que trae comodidad al individuo, como una correcta ergonomía y la inclusión de pequeños ejercicios de estiramiento y respiración en la rutina.
Y también están las que algunos autores denominan “pausas activas”. Realizar caminatas cortas, o incluso actividad física, así como incluir alguna interacción social a lo largo de la jornada laboral mejora los niveles de estrés y malestar .
En un contexto de trabajo remoto, el gran desafío, según Fábio Munhoz, es no dedicar los momentos de descanso lejos de la computadora a otro tipo de pantalla, como la interacción en las redes sociales en los teléfonos inteligentes.
Tener un lugar adecuado para trabajar y saber diferenciarlo del descanso es súper importante para quienes están trabajando desde casa. Cada uno necesita saber qué permite la desconexión con las preocupaciones del trabajo, así como la sensación de descanso y ocio.
¿Hemos desaprendido a lidiar con la ociosidad?
Cuando hablamos de descanso, la primera imagen que tenemos es la escena contemplativa de escaparse a la playa oa la montaña y simplemente abstenerse de cualquier pensamiento perturbador.
Es obvio que estar cerca de la naturaleza y lejos de la rutina trae beneficios para nuestro descanso, pero esta situación no siempre es posible. Aquí conviene un ejercicio de “resistir en el lugar”, es decir, de construir oportunidades dondequiera que estemos para sentirnos conectados con el descanso de alguna manera.
Mindfulness es nuestra capacidad de estar presente; a veces nos tomamos el tiempo para descansar y simplemente no podemos estar allí. Necesitamos desarrollar nuestra capacidad de vivir el momento presente.
Esta construcción puede llevarse a cabo a través de un ejercicio de respiración e incluso de meditación. Pero no solo. Según la especialista, necesitamos dominar la capacidad de lidiar con pensamientos invasivos y repetitivos, como los «flaps mentales», que nos alejan del descanso pleno.
Cuando este tipo de pensamiento se convierte en una perturbación, es importante saber buscar apoyo profesional. La preocupación, el estrés, todos estos sentimientos son normales y forman parte de nuestra vida, pero cuando se vuelve patológico, es decir, cuando los pensamientos se vuelven invasivos al punto de ser incapacitantes de alguna manera, es el momento de pedir ayuda.
Consejos de descanso reparador para incluir en tu rutina
- Oír música
- Hacer estiramientos
- Tome caminatas cortas
- Tomar una ducha en el medio del día
- Participar en actividades manuales.
- Tomar una lectura
- Chatear con un amigo
- Preparar una comida
